Y te quiero.
Y me quieres.
Pero somos más idiotas que sensatos.
Y aparece otro día,
y nos van quedando llagas incurables,
de esta maldita enfermedad de hablar de más.
Porque hablamos
y no usamos ese tiempo en darnos besos,
en pintarnos con las manos
las caricias que queremos
y que no nos damos
porque siempre hablamos.
De lo tuyo y de lo mío,
del pasado y los culpables,
mientras muere otro minuto
porque hablamos.
lunes, 26 de julio de 2010
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